¿Hay gente pa tanto campo? Por: Juan Gilberto Villegas
La queja es recurrente: “no hay con quien trabajar”. Es lo que se comenta en cada rincón de las zonas rurales. No son pocos los finqueros que constantemente expresan su frustración ante la falta de personas dispuestas a trabajar en el campo, especialmente en la recolección del café.
Aunque el crecimiento urbano es un fenómeno mundial cuyas causas varían de país en país, en el nuestro y particularmente en el Eje Cafetero parece que este proceso se ha acelerado. Según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE-, en el año 2021 cerca del 80% de la población colombiana ya residía en zona urbana pese a que la mayoría del territorio colombiano es rural. Esta disparidad entre el entorno rural y urbano tiende a aumentar en los próximos años, así lo corrobora el informe “Perspectivas de la Urbanización Mundial” de las Naciones Unidas, en el que se proyecta que para el año 2050 más del 85% de la población colombiana vivirá en zonas urbanas.
Parece que son tan diversas como complejas las causas de la migración de la población rural a las zonas urbanas. Según datos publicados por del DANE en su página web, la violencia, la inseguridad y el conflicto armado han hecho lo suyo, muchas personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares con la ilusión de encontrar seguridad en las ciudades. Sin embargo, es evidente que en los últimos años los jóvenes se han desencantado del campo por otras causas más allá de la inseguridad y la violencia, así lo constata el informe “Jóvenes rurales, territorios y oportunidades: Una estrategia de dialogo de políticas” del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola -FIDA-, en el que se consigna que muchos jóvenes rurales de países como México, Ecuador y Colombia, se sienten desilusionados debido a los bajos salarios y a las difíciles condiciones de trabajo físico en la agricultura, situación que ha generado una pérdida de confianza en la posibilidad de un futuro prospero en el campo. Según el mencionado informe, la mayoría de los jóvenes rurales no trabaja, especialmente las mujeres, y los que si lo hacen son asalariados, muchos informales. En este sentido se destaca en el informe que la falta de oportunidades laborales, el poco acceso a la propiedad y la mala calidad de los servicios públicos, en especial salud y educación, está llevando a los jóvenes a abandonar el espacio rural.
Como si lo anterior fuera poco, en las zonas rurales también se percibe una creciente preferencia de los jóvenes por la vida en la ciudad, motivada en gran parte por las influencias que reciben a través de las redes sociales y otros medios de comunicación, donde ven una imagen atractiva de la vida urbana, en la que destacan los lujos, comodidades y oportunidades aparentemente ilimitadas. Tal parece que el acceso permanente a los relatos de una vida urbana sofisticada a través de las redes sociales ha influido en la visión de los jóvenes sobre las supuestas ventajas de vivir en la ciudad.
Mientras tanto este fenómeno está desencadenando una notable disminución en la mano de obra rural que a su vez está impactando negativamente en la producción agropecuaria, que cada vez se ve mas limitada por la falta de hombres y mujeres dispuestos a trabajar la tierra.
Claramente esta situación es el resultado de una desatención histórica por parte del Estado a las necesidades y desafíos del campo. Sin embargo, como sociedad civil también está en nuestras manos impulsar y apoyar acciones que promuevan la valoración de la actividad agrícola, así para los más escépticos sean solo paños de agua tibia, es importante promover el consumo de productos agrícolas locales para fortalecer la economía rural, concientizar sobre la importancia del campo y el trabajo agrícola, participar en proyectos de emprendimiento rural y apoyar el desarrollo de redes de comercialización directa entre productores y consumidores. Mas allá de esto, es obvio que se requiere de un esfuerzo conjunto y permanente entre el gobierno, la sociedad civil, los empresarios y los mismos habitantes rurales que impulse políticas que promuevan un desarrollo sostenible que ofrezca oportunidades en las zonas rurales que nos guíen a la recuperación del campo. Amanecerá y veremos si hay gente pa tanto campo.
Juan Gilberto Villegas Castaño
Abogado