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La anhelada triada academia-Estado-empresa en la ruralidad. Por: Raúl Murillo Betancur

Posted by Aire Inmobiliaria Administrador on 05/14/2023
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Entender que la zona rural es compleja y que las dinámicas culturales de sus habitantes varían de vereda a vereda, en cada uno de los corregimientos de Pereira y Risaralda, debe ser la premisa para para proponer, diseñar y ejecutar programas en el territorio.

Teniendo esto en mente, mucho se habla de la responsabilidad del estado, la academia y la empresa privada para generar procesos de desarrollo en el territorio, sin embargo, pocos casos de esta triada asociativa se conocen, y los que existen, no garantizan la sostenibilidad del proceso, por causa de alguno de los actores que participan en ellas.

Para visibilizar esta situación, quiero referenciar un caso en el cual tuve la oportunidad de participar en el corregimiento de tribunas en el municipio de Pereira, donde se logró desarrollar un proyecto de interés social y comunitario para incentivar la soberanía alimentaria y los procesos educativos sobre producción agrícola bajo cubierta en el sector conocido como Guacarí en el corregimiento.

El proyecto fue de iniciativa privada, donde se diseñó una ruta de aprestamiento, buscando aliados estratégicos como el gobierno municipal de Pereira y  la Universidad tecnológica, para viabilizar la construcción de un invernadero de 1000 metros cuadrados que sirviera como invernadero escuela para motivar los procesos hortícolas en Tribunas y los corregimientos vecinos de la Florida y la Bella, pues este tipo de sistemas productivos no son ampliamente utilizados en nuestro municipio, lo que conlleva a importar la mayoría de hortalizas que se comercializan en Pereira y sus alrededores de regiones como Nariño y Cundinamarca.

Si bien el apoyo de aliados fue crucial en el desarrollo del proyecto, este tenía una premisa adicional y era la participación de la comunidad para la ejecución y operación del proyecto, razón por la cual se diseñó un concurso en compañía de la Alcaldía de Pereira, el cual se denominó “Cultivemos Juntos, Una Vía que Alimenta a su Gente”, en el cual se invitó a participar a diferentes asociaciones existentes o nuevas, para poder concursar.

Este concurso se legitimó con un memorando de entendimiento entre la Alcaldía y el privado, donde se establecieron los compromisos de cada actor tales como, la construcción por parte del privado del invernadero de 1000 metros cuadrados, con sistema de riego, en un predio seleccionado por la asociación ganadora, incluido las plántulas y un kit de arranque para la siembra. Asimismo, la alcaldía debía garantizar la evaluación de las propuestas de las asociaciones, la asistencia técnica especializada en producción de hortalizas y un cupo para un curso de producción hortícola con la universidad tecnológica de Pereira para el ganador.

Esta iniciativa tripartita tuvo una cualidad emergente, y fue motivar la creación de una asociación de gestores sociales del corregimiento de tribunas, 19 en total, compuesta por presidentes de juntas de acción comunal y comuneros del corregimiento, quienes presentaron su modelo de negocio – requisito para la participación en el concurso – y fueron seleccionados como los ganadores de este proyecto. Nada podía ser más gratificante que lograr tan anhelada triada y la organización comunitaria en pro del desarrollo de la ruralidad, presionada por el crecimiento urbano y la gentrificación de la zona rural en Pereira.

Sin embargo, no todo lo que se planea con juicio y se ejecuta con disciplina y consistencia, tiene los resultados esperados, y es allí donde ni la mística, ni las ganas, ni las voluntades son decisivas para garantizar el éxito de los proyectos, pues surge un asunto ampliamente referenciado y estudiado, pero poco discutido en la práctica, y es el relacionamiento inherente al ser humano entre lideres de comunidades que en teoría tienen los mismos intereses como representantes de las comunidades, pero en ocasiones, sus intereses particulares se sobreponen a esta voluntad colectiva de desarrollo de su territorio.

Es así pues, que dicho proyecto fue dejando atrás miembros de la asociación, unos se retiraban porque no tenían tiempo para trabajar en el invernadero, otros no compartían la visión de los expertos en producción agrícola y algunos más, simplemente no fueron capaces de administrar lo que siempre habían pedido al gobierno, a la empresa privada y la academia, demostrando que en ocasiones para los lideres comunitarios, es más fácil pedir, y tomar posiciones críticas, que construir de forma colectiva, reconociéndose como un actor más, con responsabilidades y deberes, dentro de asociaciones estratégicas para el desarrollo de sus territorios.

Quiero terminar con una reflexión acerca del qué y el cómo, pues si bien todas las personas son especialistas en el “qué”, qué falta, qué sobra, qué está mal o bien, cuando pensamos en el cómo, esa mística para hacer las cosas, nos quedamos cortos, si en ese cómo, no se reconocen responsabilidades, preparación y sobre todo voluntad de participar en todo el desarrollo de los procesos.

Raúl Murillo Betancur

Administrador Ambiental. Mgter Ambiental

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